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Artistas lojanos desarrollan característicos detalles del muralismo y nos enseñan que los colores so

  • EDS
  • 21 jun 2017
  • 4 Min. de lectura

Probablemente los espacios que carecen de arte, carecen de personalidad y espíritu. Es mi punto de vista. También creo que más allá del crecimiento profesional trabajar con arte nos permite experimentar emociones a cada instante. Nos distrae y hasta cierto punto es bastante sano: permite conocernos y conocer a los demás.

Hace algunos meses nos habíamos propuesto, junto a los integrantes de Mandril Freespace, cambiar la cara de nuestro espacio de trabajo. El objetivo era sentirnos cómodos y a la vez inspirados. Esta razón hizo que demos marcha a un proyecto en conjunto. La gestión buscaba contactar artistas para llenar las paredes con explosiones creativas que nos representen. A manera amuleto y como primer artista que se unió a este proyecto fue Ache Vallejo (HTM) quien apoyado en el continuo desarrollo del paisaje citadino, la construcción del nuevo Metro de Quito y los factores que van mutando en la ciudad,

A partir de eso y gracias a los habitantes de Panico Films, tuvimos el agrado de recibir desde el inframundo y con todo el calor guayaco a Fabrikante. A más de música, una de las paredes de Mandril estuvo destinada a las formas espirituales donde las icónicas aves comparten con las serpientes a manera de le eterna dualidad.

De a poco los espacios el sitio se han ido habitando y deshabitando. Los ciclos y la evolución son resultado de varios factores y eso se convierte en reflejo de lo exterior que definitivamente se vuelve reflejo propio. Por momentos el piso parecía quedarse deshabitado, el tiempo se sentía más lento. Sin embargo eso terminó hace un par de días con una nueva intervención.


Las propuestas de buscar nuevos artistas seguía en pie. Alejandro Salazar me había contactado. Semanas antes habían visto la convocatoria de nuestro espacio y junto a su hermano Pablo me comentaron que tenían viajes pendientes a Quito. Pocos días después me llegó a mi mail un portafolio de Huesos de Buda con varias fotos de murales producidos anteriormente, su mayoría hechos en Loja, su ciudad natal. Lo que más impresionaba de sus trabajos era su técnica con el color, los detalles y el tamaño de su obra.

No dudamos en cuadrar una fecha. Habíamos separado una pared especial. Una pared que por mucho tiempo planeamos darle vida, pero que muchas veces esa vida se tornó bastante pasajera. La base de color gris esperaba a los artistas completamente lista para transformarse y tomar una nueva cara.

Pablo y Alejandro llegaron hasta a Mandril. Descargaron sus equipos y liberaron el espacio, movieron escritorios y computadoras para estar cómodos, planeaban pasar más tiempo de lo que yo había planeado. Con el fin de darles comodidad nos movimos hasta otro espacio.

Encendieron el proyector e instantáneamente se plasmó el boceto con luz sobre la pared, Alejandro empezó a delinear el dibujo con un pincel y pintura rosada.

Mientras tanto con Pablo fuimos a comprar los materiales necesarios para empezar el mural y también unas cervezas para sed. Ya en el local de pinturas, Pablo se decidió por dos colores un verde oscuro y un azul en su misma tonalidad. Un litro de blanco y uno de negro para crear los demás colores, aseguró.

Al volver Alejandro había terminado con el contorno, cubrieron la superficie y empezaron a mezclar las pinturas.

Pablo estudiante de artes plásticas me comentaba del gusto por llevar varias técnicas de la pintura al mural. Todos quienes formamos parte de Mandril disfrutábamos ver el proceso. Aunque Pablo no bebe, junto a Alejandro y a los amigos que se encontraban ese momento en la oficina saludábamos con una cerveza.

La base azul empezó a tomar forma. Las sombras y las luces daban referencia de la tridimensionalidad del personaje.


Se notaba que habían trabajado en conjunto anteriormente, el hecho de ser hermanos posiblemente haga más fácil el trabajo, o quizás no. Lo cierto es que el complemento demuestra un a vez más excelentes resultados.

El contraste entre el azul y el verde era completamente equilibrado. La máscara de mandril resaltaba junto con el gris, de la pared base y el azul del personaje.

Los detalles del verde, las hojas y la calavera alada conjugaban perfectamente con el blanco.

Mientras trabajábamos en varios intervalos de tiempo, nos acercábamos hasta donde los artistas. En el proceso uno podía fijarse la cantidad de detalles que acostumbran a sumarle para darle realce a su obra.


Las texturas por ejemplo de los engamadas tonalidades de azul o grises en los detalles del pañuelo del personaje daban razón a la premisa de llevar la plástica al mural.

Pablo no paraba de sacarle fotos al proceso, todos quienes entraban a la oficina se sorprendían de la cantidad de detalles que iba tomando la obra.

Alejandro decía tener las piernas adoloridas, haciendo cuentas los artistas pasaron alrededor de 20 horas produciendo el mural completo.


En los momentos de descanso se distraían viendo el registro o relajándose con algún juguete que encontraban.

El libre espacio se había transformado, las paredes grises intervenidas por los artistas lojanos Huesos de Buda dieron forma al Mandril Enmascarado, el personaje parecía haber cobrado vida. Se mantenía cayendo por los aires halado por una calavera con en su dedo y una flecha en su corazón. Las grandes hojas selváticas complementaban su ambiente.

Antes de terminar Alejandro firmaba con su seudónimo ‘Malaobra’ mientras su hermano en el otro extremo delineaba el nombre artístico en conjunto ‘Huesos de Buda’, un cerdo, una corona y una aureola son símbolos que representan y se repiten en sus murales.



Era momento de despedirnos, el espacio estaba lleno de vida. Alejandro y Pablo nos enseñaron que la cromática y los colores pueden ser infinitos y no necesariamente definidos. El azul y el verde en perfecto equilibrio se tornaba en gamas de anaranjados para Alejandro y morados para Pablo. Su daltonismo les ha enseñado mentalmente a conocer los colores como el mundo ‘real’ los ve, sin embargo, la magia de los artistas se encuentra en jugar con lo desconocido y lograr grandes obras de cromáticas equilibradas.

Las paredes de Mandril Freespace aun se encuentran abiertas a nuevas intervenciones. Resguardamos y difundimos el arte. Si eres parte de un colectivo o independiente y quieres participar en el proyecto contáctanos, estaremos felices de llenar nuestras paredes de magia pura.

 
 
 

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