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Miranda Texidor, “lo que yo hago no es evidente”

  • EDS
  • 17 oct 2018
  • 5 Min. de lectura

“Quería una formación más libre, no quería que me digan siempre qué hacer”, dice Miranda Texidor en una de sus entrevistas. La artista se encuentra cursando un Ph. D. en filosofía estética y teoría del arte. Su trabajo va más allá de la apreciación de la forma y el color, nos invita continuamente a la reflexión.


Era cerca del atardecer. La artista me recibía con una galleta mientras compartía junto a otras amigas una conversación distendida en una pequeña sala —junto a la cocina y al taller distribuido como galería habitado por Ana Fernández y su alter ego Miranda Texidor—. La casona construida en los sesenta destacaba por su gran ventana con forma orgánica que dejaba pasar la luz hacia el interior del taller. Posiblemente, el lugar donde se encuentra el actual taller de Texidor era la antigua sala de la casona. La artista creadora de Hasta la vista baby —una intervención callejera realizada en el año 2000 tras la dolarización— me permitía entrar a su taller montado hace pocas semanas para la gestión de su arte.


Ana desdoblaba su obra “Que la patria os premie”, el gran lienzo cubría el piso de su taller. Una época en que produjo obra con mensaje político que —según Fernández— a la gente le encanta, pero que no tenía mucho de ella. Desde el año 2004, cuando viajó a hacer su maestría, decidió dejar de producir arte político.

“Lo veía como una máscara” y en su proceso empezó a descubrir las flores. A la política la ve como un momento. Algo importante que tenía que ser hablado.

A su obra la ve como un objeto para ser analizado desapegándose del pensamiento naif de “la obra habla por sí misma”. Hasta la vista baby le permitió aparecer en las primeras planas de los medios de comunicación, algo que nunca había hecho el arte, me dice Ana.

Dos procesos que se conectan: el dibujo y la pintura

En la maestría desarrolló una serie de dibujos que incluyen su obra La procesión, sumada a veinte poemas que se relacionan con el performance: Una visita al presidente, La teoría de los sueños, Circo en una caja y mono en una caja. Un proyecto que la ha llevado a una investigación filosófica del arte. A repensar desde el ser.


La artista cree lamentable que no exista nadie interesado en la parte filosófica del arte como para poder indagar. Aun cursando su Ph. D. en filosofía estética y teoría del arte, le interesa indagar más allá de las modas y las trends. “La gente es tan trendy aquí que por eso es que todos se interesan en mi producción más racional, porque no tienen las herramientas para entender de los temas más profundos’.

Que la patria os premie estará viajando estos días a Guayaquil a una muestra que será curada por Matilde Ampuero y Marco Alvarado. La exhibición se llamará Contaminados lo popular en el arte. En el CCM se presentará el video de Hasta la vista baby y su cuadro Que soberbio el Pichincha decora. En cuanto a los animales de su serie, alude a la parte natural del ser humano.

Un ser con racionalidad, pero que —según Miranda— parte de nosotros como el instinto, la intuición y, en el campo más claro, la sexualidad y el deseo. Queda muy claro en su serie Pistolas y rosas en la que todos los personajes tienen máscaras de animales. “Mi gato Renato es el modelo de todos los gatos de mis obras”, me dice entre risas.


Pero Fernández ha representado animales a lo largo de su carrera. Hace tiempo se había autorretratado en uno de sus grandes óleos con máscara de perro, fumando. Entre dragones atacando las Torres Gemelas, un tema coyuntural. La obra se llamaba Such is life en el trópico, un homenaje maravilloso y a su vez terrible de vivir en Ecuador. Compartíamos sentimientos. Sin embargo, Ana siente estar en el lugar correcto y en el tiempo preciso.


“Lo que yo escribo no tiene mucho que ver con las cartas de amor que son bien cursis”, me dice. Miranda Texidor encarna su obra Love Poems and Letters. La artista me revela que en un momento lúcido de su vida nació Miranda y su creación se reafirmó mientras cursaba su maestría en el California College of the Arts donde existía otra Ana Fernández que trabajaba temas de migración y, para no confundirse, prefirió cambiar su nombre. Ahí nació la particular Miranda Texidor, un personaje de otra realidad inspirada en los escritores de los parques.

Ana Fernández también ha producido obra editorial de autor. La artista me presentaba su libro Never Develop an Appetite un libro con un tiraje de 95 ejemplares publicado en 2004 con un fondo económico de Women Studio Workshop y ayudada de un equipo de mujeres. Fue hecho en serigrafía y armado a mano. A su vez me presenta Museo en una caja realizado con un fondo del Ministerio de Cultura, reúne la obra de 30 artistas contemporáneos.

“Es como un juego para niños”, me dice mientras me muestra la manera en la que trabaja: el libro incluye lápices de colores, borrador, tijeras y actividades relacionadas con cada artista. Fue lanzado en 2009 con un tiraje de 1000 ejemplares y una gestión completa con escuelas de la ciudad.

En la esquina de su taller, unas flores de tela crecían desde el piso. La obra pertenecía a la muestra Flora realizada en noviembre de 2017. Hecha con textil relleno de algodón y alma de metal.

Mientras hacía fotos de su espacio, conversábamos de sus obras que estaban colgadas en las paredes: “Geometría enloquecida, emoción metafísica de la geometría, pensando en la posibilidad de que las reglas de la ciencia pueden ser cuestionadas y no probadas. No son medidas, no obedecen a ninguna mesura ni ningún cálculo. ¿Por qué no nos dejan hacer como nosotros queremos? ¿Por qué debe tener una forma? Me decía con tono firme. La separación de la filosofía con el arte ha creado un pensamiento científico que debe ser calculable y medible. La filosofía no analítica, que proviene de la hermenéutica, nos da la posibilidad de pensar que también son interpretaciones del universo.

Que hay muchas voces y muchas interpretaciones válidas. Una polifonía que compone algo que se vuelve más crítico. Me afirmaba que el mejor camino es hacer las cosas de otras formas. “La posibilidad de dejar a los niños que hagan y piensen de otra forma sacará ideas fantásticas”, me decía.

Para la artista todo arte produce reflexión. Por eso es tan dañino solo fijarse en el color y la forma. Las preguntas vienen a ser otras para interpretar el arte. Mientras atardecía Ana citaba a Kant: “El juicio no es un concepto, lo sublime tampoco” y contrastaba la teoría con Greenberg que “[…] agarrado de la parte formalista nos hizo —a nivel mundial— un daño terrible, fue letal”, dice la artista. Solo cuando los postestructuralistas deciden romper con el formalismo el mundo viene a darse a luz. “Si decidimos seguir las reglas y portarnos bien estamos en un problema”. Las leyes son hechas por los seres humanos, podemos cuestionarlas y podemos cambiarlas.




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