La construcción y de construcción de Francisco Maldonado Carrasco se apoya en la intensidad del colo
- EDS
- 20 may 2018
- 4 Min. de lectura
El artista confía en la creación a partir de la la libertad, nos invita a la construcción de un nuevo lenguaje sin pretensiones. El material: se recicla, se transforma. El color pasa a ser el protagonista y la técnica parte de la experimentación de rayar con pasión, inspirado por la vida y la muerte.

Hay algo en el collage que capta mi atención, me lleva a imaginar nuevos mundos, completamente irreales e inexistentes. Formas creadas con conformas. Escenarios construidos por medio de retazos de afiches publicitarios o calendarios de años pasados. Pedazos de colores que —juntos— hacen nuevas texturas, nuevas realidades. Pintura acrílica negra que, dentro de los espacios, crea nuevos contornos. Formas repetitivas que en conjunto logran armonía. Todo esto encontraba en la galería digital de Francisco Maldonado Carrasco a quien no dudé en contactar.

Me reuní con Francisco una mañana, su casa se estaba ubicada en un barrio al norte de la ciudad.
Francisco Maldonado Carrasco me recibía en la puerta del edificio. Es agradable cuando alguien te mira a los ojos y, sin conocerte, te brinda un abrazo de bienvenida: fuerte y sincero. Subimos con Niño —su perro adoptado— hasta el cuarto piso, donde vive con su esposa. En la sala esperaba sentado, en la esquina del sofá, su amigo Mariano Cruz Ordóñez. Las cuerdas de las guitarras y una voz flamenca invadían el espacio. Varios retratos de colores intensos, líneas y paletazos.

Pintura —al parecer, en su momento— libre sobre el soporte. Sobre una pared, el retrato de la poetisa italiana Alda Merini; una serigrafía de su amigo, Luigi Stornaiolo; y en el lado opuesto, el rostro del poeta Leopoldo María Panero.

Francisco recitaba los versos de Panero. Mientras lo escuchaba, miraba otras obras y objetos de amigos artistas.
Hay cuatrocientos hombres que se lavan en la piedra de la desdicha. ¿Vendrás mañana? Tú eres la única esperanza de escapar a la piedra de la desdicha, pues todo otro es un mundo posible. ¿Vendrás mañana? Es fácil decir para siempre.
Leopoldo María Panero

Lo difícil era ignorar el gran lienzo que ocupa el comedor. No hay duda de que Francisco comunica a través del color. La situación de los tres integrantes me generaba intriga. Varios objetos reciclados servían de objetos decorativos: la mesa esquinera y la lámpara del comedor.

Francisco habita el departamento donde vivió desde niño. Había destinado un dormitorio para convertirlo en su espacio: el sitio donde crea, el lugar donde todo tiene un lugar.

Un cuadro con colores impactantes inspirado en Judit y Holofernes ambientaba el taller. Inspirada en la heroína del pueblo hebreo, Judit: la hermosa viuda que con sus encantos convenció al cabecilla de la milicia extranjera, Holofernes, para juntos disfrutar con excesos de su última noche de vida antes de que Judit le cortara la cabeza.

La obra brillaba con el intenso resplandor de los colores de Maldonado Carrasco. La representación de la decapitación había sido inspiración para Caravaggio, Goya, Klint, y cientos de artistas que, conmovidos con la historia, han representado a Judit y Holofernes.

La cortina llena de colores creaba un filtro al sol y las revistas apiladas y recortadas ocupaban parte del espacio.

Un libro de retratos del Renacimiento se exhibía sobre el caballete. Mientras tanto, Francisco pasaba, con una brocha, un preparado especial sobre un lienzo que había colgado en la pared. Mientras se secaba, Francisco me hablaba sobre su producción con la técnica del collage.

Un delfín parecía nadar en un mar de letras. Francisco separaba recortes que le interesaban para luego utilizarlos mientras crea. “Esto hago para distraerme hasta que se seque lo que estoy pintando”, dice

Francisco revisaba los anuncios de las revistas con algunas páginas ya recortadas. “Los soportes suelen ser las portadas o contraportadas. Recién me regalaron un calendario, ya tengo doce soportes para armar”. Por medio de juntar objetos recortados, Francisco construye y deconstruye.

Crea nuevos escenarios y realidades ficticias. Mientras revisaba trabajos sobre cartulinas A4 de colores, resaltó un arte inspirado en Luigi Stornaiolo, el soporte naranja le daba personalidad a las formas de Luigi.

“Casi, casi no termino el colegio”, dice entre risas. Su inspiración viene de la pasión por la vida, la muerte, las letras, la música. Sin conocerle mucho, Francisco se muestra como un bohemio.
Su tío, el artista Edgar Carrasco, ha formado parte de su inspiración, sin influenciar su arte o técnica. En un mueble de su taller y junto a varias de sus obras, desempolvó un regalo especial del artista cuencano.

Dos flores trabajadas sobre cobre contrastaban entre el peso de la materialidad y la delicadeza de la forma. En la sala, su amigo Mariano Cruz escuchaba y miraba concentrado la intensa sonoridad de Manuel Agujetas.

Antes de partir, Francisco removía varias obras que estaban apiladas. Una serie de retratos de escritores cargados de color, rostros extasiados por pigmentos, confirmaban esa libertad en cuanto al uso del color.

Una serie hecha sobre cartón reciclado, cajas de pizza o cartones sin mucho valor, soportaban expresiones de importantes relatores del mundo, en donde el trazo no interesa, el soporte tampoco, simplemente la libertad de poder crear.

“A todas esas personas que dicen que una pincelada no tiene valor y que es muy fácil hacerla, las invito a que se sientan libres de rayar”
Comentarios