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Un viaje a la nave espacial de Rogelio Salmona

  • EDS
  • 12 abr 2018
  • 2 Min. de lectura

La biblioteca pública Virgilio Barco fue diseñada por el arquitecto Rogelio Salmona. Su construcción se inició en 2008 y terminó en 2011. Está ubicada en el barrio Teusaquillo, en Bogotá, Colombia, dentro del Parque Simón Bolívar. Su planta circular se asemeja a la forma de una nave espacial.

Habíamos llegado desde otras coordenadas hasta Bogotá. La gran ciudad estaba nublada y fría. Veníamos paseado junto a los amigos por el barrio de La Candelaria y planeábamos llegar hasta la nave circular de Rogelio Salmona. La avenida que cruza el Parque Simón Bolívar permite acercarse hasta las afueras de la estructura. Sin embargo, desde la calle, el ladrillo de Salmona es imperceptible. Para llegar se debe caminar y cruzar un gran césped que separa a la biblioteca de la ciudad.

A primera vista, la Biblioteca Pública Virgilio Barco impresiona. Un canal de agua le abraza y crea hermosos reflejos de sus formas. Era una fortaleza protegida por sus espejos de agua. Para llegar, caminamos por anchas y amplias escaleras hasta el ingreso.

Las rampas de acceso juegan con las ventanas geométricas que permiten el ingreso de luz y equilibra el espacio con las plantas del jardín.

Esta mega biblioteca recibe alrededor de 65 mil personas al mes aproximadamente. Es una de las bibliotecas públicas más grandes de Bogotá y fue terminada en el 2011. El terreno fue un botadero de basura y, luego de un relleno, pasó a ser restaurante. En un comienzo, se iba a llamar Biblioteca Nacional Parque Simón Bolívar.

Sin embargo, tomó el nombre del Vicepresidente Virgilio Barco por ser quien donó el predio para la construcción de este edificio.

En el centro de la nave se encontraba una cantidad infinita de libros. El techo en forma circular evocaba la idea del continuo tránsito de la energía. Los grandes ventanales en el techo permitían el ingreso de luz cenital. ​

​Además de biblioteca, el sitio cuenta con salas para exposición de obra que se encuentran conectadas con prolongadas rampas.

Las terrazas del lugar son hermosos sitios para sentarse a contemplar. Los ladrillos, de diferentes colores, formaban triángulos en zigzag que miraban al cielo y rendían honor a la cultura colombiana Quimbaya, reconocida por su producción de objetos de oro.

Las ventanas se asemejaban a las montañas del paisaje. La volumetría del edificio tenía ritmo con los espejos de agua lluvia que nunca paran de sonar.

Rogelio Salmona había planificado que las grandes ventanas de su edificio tengan formas geométricas y permitan la entrada de luz. También se preocupó por que su escaleras se sientan livianas y concuerden con las formas de la cultura antes mencionada.

Recorrer la biblioteca se convirtió en un viaje, por un momento parecía que salía de Bogotá para habitar un espacio diseñado con sentido y funcionalidad. Tenía ganas de nunca irme y poder entenderle con muchos momentos de luz, pero empezaba a llover y las escaleras nos indicaban el camino de salida.

 
 
 

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