Artistas guiados por Jaime Zapata se encierran en la intimidad para trabajar realismo figurativo
- EDS
- 22 ene 2018
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El artista Jaime Zapata radicado hace varios años en Francia llegó a Ecuador para organizar un encuentro donde enseñó a un grupo de pintores técnicas de realismo. El objetivo era pintar un cuadro al día por dos semanas consecutiva con modelo en vivo. El encuentro terminó con una muestra al público.
Estaba frente a una hermosa puerta de madera y metal labrado. El timbre era un largo cordón que tiraba de una campana. El maestro Jaime Zapata estaba tras la puerta y me recibía en su casa ubicada en el tradicional barrio de San Marcos.

Un largo zaguán era el ingreso. La piedra daba muestra de los años que habían transcurrido en la historia de la casa.


Un jardín lateral era el ingreso a una amplia sala donde varios pintores representaban rosas de colores. La luz focalizada sobre el jarrón de flores de colores creaba sombras, luces y profundidad.


Era una reunión a la que habían sido invitados varios artistas que se encuentran en crecimiento y producción. El objetivo era pintar por dos semanas un cuadro al día con un método llamado alla prima que en italiano significa "al principio". Una técnica usada por grandes pintores como Frans Hals o Edouard Manet. Se trataba de darle luz al lienzo oscuro con los trazos y pinceladas e ir descubriendo.

Lo interesante de los encuentros en la casa del pintor Jaime Zapata son los lineamientos de trabajo que se hacen bajo acuerdos de trabajo entre todos los participantes. Una modalidad que tiene mucha investigación en el trabajo figurativo Entre los acuerdos está: Un artista se hace pintando.

Tomas Bucheli, un artista que formaba parte del grupo de trabajo, también dedica gran parte de su tiempo a la gestión para que estas reuniones funcionen. Según Bucheli, los planes por crear una escuela formal vienen desde el 2016 y años tras años se ha venido fortaleciendo con los encuentros en los viajes que el artista Jaime Zapata llega a Quito. Con la inspiración del maestro se ha formado un grupo de trabajo que hacen posible una organización a mediano y largo plazo. Bucheli me hablaba que estos encuentros íntimos permiten trabajar en equipo aprendiendo de los demás con lineamientos y acuerdos grupales con el acertado manejo de la técnica del realismo figurativo.

“El hecho de pintar sobre una tela que dure años con pinturas de calidad también hacen parte de dominar el método" comentaba Zapata a los artistas que concentrados continuaban trabajando. Con un vaso realizaba el ejercicio de mirar detenidamente como funciona la luz sobre los objetos.

Los colores se plasmaban sobre los lienzos. En momentos de descanso, los participantes decidían leer o tejer. Acompañé a Paula Arias, otra artista que formaba parte del encuentro, a comprar unas pizzas.

Transcurría la noche y Tomás preparaba el sitio y los materiales donde me haría el retrato. En la habitación contigua a la sala de trabajo, Bucheli estiraba el lienzo donde en pocas horas me iba a pintar. Un trabajo que habíamos acordado meses antes a cambio de las fotos que realicé en su estudio.

De a poco, la gente terminaba su trabajo y se retiraba. Ese ambiente íntimo era tranquilo y de mucha quietud. El lienzo estaba fondeado y listo para que el atista empiece su trabajo.

Tomás me invitó a sentarme sobre una silla iluminada. Ese momento cargaba la cámara de mi cuello y así fue como me representó. Me explicó sobre los tiempos de pintura y los recesos y me dijo que decida ver un punto fijo para sostener la mirada. De ahí en adelante la experiencia se asemejó mucho a un momento de meditación, de desconexión. Muchas veces el sonido, el lugar y el momento se paralizan y los pensamientos no dejaban de rondar en la mente.


El crujir de las tablas me recordaba que la casa estaba habitada. Esos momentos, mientras Tomás marcaba la fisonomía de mi calavera, el maestro Zapata pintaba en el piso superior.
Luego de un largo momento de quietud, la mirada del artista también se sostenía en un punto fijo que difería al momento de estar en el lienzo. Tan conectado como mantenerse en búsqueda de la particularidad, la luz, la forma.

Había transcurrido la noche, había que parar. Fue un trabajo de, aproximadamente, tres horas. Paula estaba por terminar sus flores y empezó a recoger el material.

Me levanté a mirar el cuadro y la calavera había tomado forma, color y cuerpo. Los rasgos parecían reales y similares a cuando me veo por las mañanas en el espejo.

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