Fábrega transforma la materia para crear geometría y formas orgánicas
- EDS
- 22 nov 2017
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- 'Todos creen que me llamo Fábrega. La mayoría piensan que ese es mi nombre'.
María José caminaba por su estudio indicándome su trabajo. De un particular mueble sacaba herramientas y manipulaba unas joyas que tenía en sus manos.

Su espacio era un galpón cuadrado con un techo alto y ventanales que permitían la entrada de luz. La artista trabaja junto al Pentasiete, un taller/galería de arte. Fábrega diseña y construye. En el exterior aun se encuentra el letrero del sitio con el que casi comparte el espacio.

La Tejedora es un distrito creativo asentado sobre una vieja fábrica fundada en 1934. Ahí junto a Hilanderías Cumbaya funcionaban empresas textiles hasta la crisis que concluyó en la dolarización y el cierre de varios negocios.

El espacio volvió a cobrar vida con el proyecto de Daniel Espinosa y Carolina Eguiguren quienes decidieron alquilar el stio para emprender un proyecto donde se tejan ideas con hilos de arte y fuerza de emprendimiento. Desde entonces varios proyectos han salido a flote. Entre ellos las joyas geométricas y minimalistas de Fábrega.

De un maletín sesentero sacó pequeñas chakanas que había estado trabajando. La artista me contaba que en casa de sus padres, ubicada al norte de la ciudad, también tiene otro taller desde donde diseña y crea joyas. Fábrega había llevado objetos en varios estados. Con ellos me enseñaba sobre procesos.

Para indicarme encendió el fuego y fundió una pequeña pieza, bajo el calor, la materia se transformó.

Sorprende la versatilidad de los materiales con los que trabaja. Me comentaba que su evolución ha ido de la mano con el diseño y la experimentación.

El mueble de los cajones angostos llamaba mi atención. Había sido comprado por Ma. José a unos joyeros y funcionaba con la particularidad de que sus cajones sirven para albergar los residuos de los metales que son desperdiciados al momento de lijar o trabjar una pieza.

Para mostrarme Fábrega sacó un anillo y empezó a manipularlo.

Con una herramienta que mide perfectamente el tamaño del radio parecía trabajarlo con precisión.

Como una particularidad bajó de la pared un medidor de anillos. Sobre la pared colgaba un objeto parecido a las ramas de un árbol.

Había sido uno de los primeros diseños hechos por Ma. José. Sobre la mesa se encontraba un libro en el que la artista había dibujado bocetos y figurines para probar sus diseños.

Recordaba que en la gran pared blanca de su taller colgaban los cuadros que fueron instalados para una exposición. A ratos Ma. José se dedica a pintar.

El trapo colgado en la pared la delataba. Me confesaba que en la pintura había estado probando con escarcha de colores.

Sobre su cuello colgaba una chakana, un amuleto de la suerte y un cacao que había estado diseñando para una marca reconocida de chocolate.

Los cacaos habían sido cubiertos de cobre y estaban siendo terminados para ser empacados en cajas que habían sido creadas por la misma artista.

La pared del fondo estaba decorada con una especie de mostrador con formas geométricas diseñado por Ma. José. Éste había sido movido de su tienda y llevado a su taller.

Lo interesante era el volúmen del mueble al verlo de perfil.

Cerca un par de escritorios se encontraban listos para las personas interesadas en aprender sobre joyería. Fábrega se encuentra creando un taller para las personas que quieran aprender del oficio.

De una caja turquesa la artista sacó una infinidad de boletos de colores. Billetes de lotería que habían sido coleccionados desde hace mucho y que esperan ser parte de un cuadro, posiblemente. Comentábamos sobre su diseño.

Una pequeña muñeca traída de Estambul colgaba como llavero de la puerta. Su similitud con los colores y las formas andinas sorprendía.

Antes de irme Fábrega bajó el collar que había diseñado. De su cuello colgaban hermosas ramas de hojas secas.

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