En tierra de poderosas montañas se construye Mamallacta
- EDS
- 18 jul 2017
- 3 Min. de lectura
Ya era tiempo que no veía su perfil y no respiraba su aire. Era mucho tiempo desde una mañana que abrí el cierre de la carpa y vi su bruma al amanecer. Estaba en Papallacta y realmente me cautivaba.

Felipe Escudero, arquitecto y artista, me había contado sobre su obra en medio de las montañas. Me quedé tranquilo cuando me enteré que se inspiraba en la naturaleza para producir su obra.

Mirar el entorno es lo más sincero para la creación de una pieza que se volverá parte del lugar.

Felipe estaba a cargo de la diseño y la dirección de la construcción de un hotel que tendrá por nombre Mamallacta. Habíamos llegado justo donde limita la cordillera y se rompe hacia la selva.

Las grandes montañas crean un ambiente particular. En lo alto grandes rocas concluyen con la verde vegetación que se desplaza por el pequeño valle de Papallacta a donde llegan las aguas termales, su principal atractivo turístico.

Pero para Escudero era importante encontrar los detalles en en el ambiente, que luego abstraería para la construcción de su nueva obra.

Las plantas y los colores de pequeñas casas del sector eran su principal fuente de inspiración. El hotel próximo a construirse tiene como premisa el reciclaje.

Varios conteiners afilados junto a la carretera esperaban para ser armados como piezas de rompecabezas. Esa mañana regresamos a la ciudad y coordinamos volver para ver el avance.
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Había llegado el día que iban a instalar los conteiners sobre la estructura. Baje de casa sin mucho equipaje. Viajábamos con JoseAntonio (@latin.papi).

Fui liviano sin pensar en los comportamientos de la montaña. Llovía mucho y el suelo estaba lodoso. Los sonidos contrastaban con el tiempo de la montaña.

Los containers subían uno a uno a las plataformas. Felipe estaba atento a lo que sucedía.

Mover la estructura era todo una logística. Mamallacta se construía al momento en el que la grúa asentaba los cubos metálicos sobre la estructura, ahora espacios para habitar.

El hotel estaba concebido como un sitio ecológico, por ese motivo su construcción tenía poco impacto sobre el medio ambiente al momento de su montaje.
Mientas esperábamos Felipe desafiaba a las fobias subiéndose a la superficie de la estructura. Con mucha lógica se subían los containers para crear la integración de un todo.

Los conteiners fueron trabajados en Quito, luego fueron llevados a Papallacta para solo instalarlos con grúas, el objetivo era generar menos impacto que una construcción tradicional: la construcción seca o ensamblaje. También se minimizó la construcción húmeda: el hormigón, agua, ripio, enlucidos, entre otros.

Las vacas eran espectadoras de lo que ocurría. En una carpa improvisada una madre con mucha ilusión veía construir su sueño. Tomaba fotos mientras los conteiners se ubicaban uno al lado de otro. Según me comentaba el arquitecto la planta baja esta semi enterrada para aprovechar el calor de la tierra y maximizar las vistas panorámicas hacia los topes de las montañas en áreas como el comedor y el bar.

Mientras que las habitaciones están elevadas ‘levitando’ en el paisaje de forma muy poética y con vistas enmarcadas a la naturaleza.

Ya instalados algunos de los técnicos que ayudaban a montar posaban frente a mi lente, eran los primeros en caminar sobre las próximas habitaciones.

Visualmente se podría decir que con la unión de estas estructuras conseguía un ambiente cálido en el interior, y muy poético visto desde el exterior, como un sólido monolítico flotando en el paisaje natural.

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