La fuerza y resistencia del vidrio se consigue tras largas horas de calor frente al horno de un alqu
- EDS
- 5 jul. 2017
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Poco o nada sabía de vidrio antes de conocer a Alexandra Moshenek. Me habían nombrado a la artista varias veces cuando hablaba sobre mi proyecto ‘Arte Por El Arte’. Quería saber más sobre su técnica así que decidí escribirle. Cuadramos una fecha para retratar su espacio. Llegó el día de conocer el taller de Ale, como le dicen sus amigos. Estaba en el Barrio de la Floresta. Por su alma joven no me atrevería a lanzar un número para su edad. Lo que si se puede revelar es su crecimiento en cuanto a su experiencia. Alexandra fue una de las primeras en habitar la casa que actualmente comparte con artistas, gestores culturales y amigos. El lugar construido por el arquitecto y acuarelista Muñóz Mariño estaba decorada con varias piezas de quienes forman parte del lugar.

En una de las habitaciones de la casa se encontraba Ale resaltando con dorado unos rosetones de un vidrio azul.

Por estar junto al jardín trasero y al parqueadero la luz de doce ingresa llenando el espacio de su taller.

Una muñeca que había sido parte de una intervención conjunta organizada por Paula Barragán se encontraba en la esquina del lugar.

Retazos de vidrio son reciclados por la artista para generar texturas y formas en sus trabajos con vitrofusión.

Las paredes del sitio habían sido pintadas en otra época, lo que le proveía color al espacio. Las pinturas ordenadas en un estante metálico compartían espacio con trabajos pasados.

Figurines de mujeres en distintos acabados se han convertido en la escultura base que la artista realiza para marcas de diseño y decoración.


La trayectoria de Ale ha hecho que experimente con varios estados y técnicas del vidrio. ‘El vidrio es más fuerte de lo que la gente se imagina’ – dijo. Con esa frase Moshenek me dejó claro que las personas tenemos un concepto errado del material y me abrió el espectro al mundo de la transparencia, la transformación y la forma infinita.

Des estereotipo la formalidad del vidrio mostrándome un proyecto que trabaja con las bases del tejido.

Maravillado me llevó a conocer otro espacio que habita. Bajo las gradas de la casa había ubicado un escritorio donde pasa varias horas del día trabajando, ahí separado por la privacidad de uno de sus biombos de colores, la artista me mostraba una serie de vajillas con las que había creado rostros de seres humanos.

Una lámpara que había sido expuesta en un centro comercial de la ciudad decoraba el sitio. La lámpara confeccionada con bowls metálicos de cocina industrial tenía incrustado vidrio con el perfil del Cotopaxi.

Me explicaba Ale que la idea era que la gente interactúe con el objeto metiendo su cabeza dentro de la lámpara.

En la entrada de su taller cuelga una escultura, ‘esa es una de las primeras pruebas que hice de esa serie, le tengo mucho cariño’,- comentó.
Alex me invitó a conocer su horno, caminamos por varios espacios de la casa viendo algunos objetos que son parte de la decoración.

La mesa de centro por ejemplo había sido construido por la artista. Luego de la frase que remitía a la resistencia del vidrio se hacía muy sincero mezclarlo con el metal, dos materiales pesados que se traducen en fuerza.

Junto a la chimenea una lámpara construida con lupas generaba una sensación visual al momento de reflejar las sombras contra la pared.

La lámpara parte del proyecto ‘Laberitos Borgianos’ había sido expuesta en Buenos Aires, Porto Alegre, Curitiba, Florianópolis y actualmente se encuentra en Bogotá.

Ya en planta baja otro de sus figurines de metal compartía el espacio con un biombo que da la bienvenida al estudio.

El figurín tenía en su interior delicadas gotas de vidrio con la técnica del soplado.

Ya frente al horno Alexandra me comentaba que en su proceso de aprendizaje con el vidrio ha evolucionado de varias técnicas en cuanto a su tratamiento. La misma fuerza y resistencia del vidrio se traduce en un arduo trabajo con el calor y la presión. La vitrofusión, el soplado, el vitral y la fusión son algunas de las etapas por las que la artista ha experimentado.

Con su collar y varios objetos que tenía en el lugar me explicaba la diferencia de las técnicas y los resultados.

Los moldes de sus piezas de vitrofusión se encontraban organizadas en una estantería. Había salido el sol y Alex sentía que no me había mostrado todo. Me invitó a su casa. Muy cerca de su taller se encuentra su espacio intimo donde tiene expuesta sus obras más preciadas.

Al ingreso una colección de máscaras de Tigua con animales andinos y amazónicos da la bienvenida.
Una obra que había sido ganadora de un concurso internacional comparte el espacio con una lámpara hecha por la artista en técnica vitral hace muchos años.

Lo primero que llamó mi atención fue su gran balcón, una superficie que cubría todo el frente de departamento con una vista panorámica hacia el Ilaló.

El espacio tenía varios detalles de la artista.

Ale había creado ambientes colocando sus biombos en varias posiciones generando espacios más privados.

Las mesas, adornos y cuadros con apliques de máscaras de vidrio eran detalles que le generaban personalidad al sitio.

Las mariposas de vidrio sobre las paredes exteriores se mantenían eternamente estáticas, en pleno vuelo.

Una medusa colgante se ubicaba sobre la mesa del comedor. La lámpara de la mesa principal también había sido hecha por la artista, así como un cuadro de un enmascarado con vidrios colgantes que al momento de girarlo se convertía en un ser barbado sacado de una película de ciencia ficción.

Pero Ale mantenía guardadas varias obras de un proyecto que hilaba con varias etapas de su carrera y que quería mostrarme. Una serie de acuarelas realizadas con una técnica propia que nada tiene que ver con la acuarela. Los detalles y el trabajo por capas habían hecho que la artista se tome mucho tiempo produciendo las obras.

Los temas entre dragones y sirenas complementaban su gusto por las hadas. En un taller de creación Moshenek indagó sobre la personalidad y nacionalidad de las hadas. De este proceso había creado un libro interactivo para colorear. Cada hada tenía una indumentaria, un poder y un amuleto.

Con el fin de conectar con otro de sus gustos, la artista se encontraba creando un libro de recetas culinarias.


El recetario es un aporte de sus amigos más cercanos y esta ilustrado con dibujos hechos en acuarela por la artista.

'La Francisca', una lámpara vitral en forma de una mujer embarazada se encontraba en una esquina de la sala junto a dos cuadros que forman parte de la exposición de las hadas. En el centro de mesa varias piezas en vidrio son conservadas por la artista.

Estas piezas fueron traídas de sus viajes mientras estudiaba las técnicas para desarrollar su carrera.

‘64 Buenas razones para tomar el te’ una obra de Diana Armas decoraba el área social.

Un cuadro que representaban varias hadas fue producido por la artista como recuerdo de un performance y lo tenía colgado en su dormitorio.

En el corredor de la casa unas puertas de vidrio separan los espacios, un tríptico de personajes en animé era parte de un regalo de un amigo tatuador de la artista. Al igual que la obra de Catalina Carrasco que había sido encargada a la artista.

Antes de irme Ale me mostró su colección de abanicos que ha ido reuniendo a lo largo del tiempo.

Al salir un impresionante auto retrato con incrustación de vidrio en la garganta, ‘esas son todas las cosas con las que te quedas sin de decir’– dijo.
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