Formas futuristas se equilibran con el confort para crear un espacio que se ocupa de la salud
- EDS
- 31 may 2017
- 4 Min. de lectura
Estaba cruzando la Av. Occidental a las 19:00. Las luces de los autos formaban una hilera interminable, intentaba no rebasar la velocidad limite mientras veía la cara de los conductores de los otros autos, todos con ganas de llegar a sus casas. Yo apretaba el acelerador para llegar a fotografiar con los últimos rayos de sol. Me dirigía hacia el otro hábitat. Esta vez, un hotel ubicado dentro de la ciudad, alrededor de hospitales, clínicas y centros médicos. Caía el sol. Torre tres, piso 7. Los habitantes del edificio se habían retirado luego de su jornada de trabajo. El lugar se sentía tranquilo y vacío, no habían guardias de seguridad.

Aparqué mi auto en lugar más cercano al ascensor y decidí caminar. Subí desde el subsuelo hasta la planta baja, un gran recibidor con luces en el techo y las paredes que se asemejaban a un vidrio negro me daban la bienvenida.

En mi imaginación asemejaba a entrar en una nave espacial.

Los jardines japoneses con piedras compartían el espacio con bonsáis incrustados en las paredes. Un sonido inmaculado llenaba el sitio, el blanco y la transparencia de los materiales de los corredores contrastaba con las superficies metalizadas.

Subí al piso séptimo y llegué hasta el Citimed Hotel.

En recepción me dieron la bienvenida, mientras caminábamos por los pasillos del hotel, la recepcionista me contaba acerca de su enfoque. Creado en marzo de 2016, la edificación construida por la firma Álvarez Bravo nació con el objetivo, por un lado, de satisfacer las necesidades de doctores que llegan a recibir o dictar congresos, talleres y cursos.

Por otro lado, convertirse en un espacio confortable para familias y pacientes de otras provincias y lugares del mundo que llegan hasta Quito para realizarse sus tratamientos médicos. Sin embargo, el otro hábitat estaba equipado para ser un espacio de relajación y sitio base para conocer la ciudad.

Llegamos hasta mi habitación. La recepcionista -entre las indicaciones básicas- me enseñaba a prender el control remoto del inodoro. Un retrete inteligente que tenía la opción de calentamiento del asiento, luz led, entre otras cosas.

Las cortinas y black outs también se controlaban desde la cama.

El uso del color era otro de los elementos que le daba personalidad al sitio. La paleta de grises, negros, blancos y rojos se repite en el mobiliario, acabados y cobertores de almohadas.

El espacio contaba con una cocina totalmente equipada pues las habitaciones habían sido concebidas como parte de un aparthotel.

Acomodé mis cosas sobre el escritorio y mientras trabajaba me maravillaba con el diseño de la lámpara de mesa. Antes de dormir, decidí ir a conocer el edificio por la noche.

El cielo estaba despejado y la luna ayudaba para hacer unas tomas nocturnas. Caminé por los pasillos y bajé hasta los accesos.

Dentro del edificio funcionan varios sitios de rehabilitación, spas, centros de tratamientos corporales, locales de productos terapéuticos y cientos de consultorios médicos.

Estas características le hacen un edificio mixto y por su cercanía con otros sitios médicos, es considerado un lugar estratégico. La edificación estaba conformada por varios bloques que funcionaban de manera vertical y se juntaban a través de largos corredores de manera horizontal.

Antes de volver a mi habitación, pasé por uno de los mayores atractivos del sitio: una terraza con una gran superficie de césped sintético desde donde se ven las luces del centro-norte de la ciudad.

Desde ahí también se puede apreciar la fachada del hotel y de los edificios del rededor.

Los sillones, las mesas y las sillas de las áreas sociales se complementaban con los materiales usados en los acabados de el otro hábitat.

Las sillas de líneas rectas le daban personalidad al espacio, al igual que la mesa de vidrio de la antesala del jardín.

Había recorrido varios espacios y era hora de descansar. Antes de dormir, decidí experimentar el confort de la nave espacial y tomar un baño en la tina. Ahí pasé unos cuantos minutos mientras imaginaba estar en una cámara espacial.

Al día siguiente, levanté las cortinas y el sol era intenso. Parecía que el verano había llegado a la ciudad. Caminé nuevamente por el hotel y encontré hermosos ángulos de su fachada.

Estaba seguro que no era un sueño, de verdad parecía que la forma de el otro hábitat había sido abstraído de una nave espacial.

Las líneas rectas, los materiales metalizados y los reflejos sobre las ventanas le daban un aire futurista.

Desde una de sus terrazas, me detuve a ver la ciudad y el patrón que se forma con la cantida de edificios.


En el octavo piso, un gran auditorio estaba totalmente equipado para eventos y capacitaciones.

Una mesa en forma de una cabeza con líneas geométricas ambientaba la recepción.

Era momento del desayuno. La carta del restaurante ‘La Terraza’, ubicado dentro del hotel y con vista hacia la ciudad, tenía los valores nutricionales de cada plato, señalado por colores con los beneficios para el cuerpo.

Entendí que el sitio era consecuente con la salud. Luego de algunas horas en el otro hábitat, cargué mis maletas en el auto. Estaba en la Av. Occidental eran las 10:00, intentaba no rebasar los límites de velocidad permitidos mientras aplastaba el acelerador de mi auto para no llegar retrasado al trabajo.
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