Lili Cuca pinta barquitos de papel para jamás dejar de viajar y soñar
- EDS
- 5 abr 2017
- 3 Min. de lectura
Muchas señales se me han cruzado para tener como objetivo de vida viajar. Siempre pensaba que lo mejor y más interesante de un cronista era lo innato de su vivencia. A veces creería que lo trascendental esta en proponerse al menos conocer un sitio nuevo al año, al mes, a la semana. Todo depende de la curiosidad que se tenga por experimentar. Uno empieza a mimetizarse con los proyectos que hacen parte de su vida, que se naturalizan y cobran mucho sentido a través de transitar.

Hay muchas líneas de Bogotá que me encantan. Arquitectónicamente, le encuentro como a una ciudad que se desenvuelve a lo largo y ancho sin límites, en una planicie bastante organizada entre carreras y calles. Visualmente tiene esa repetición de patrones descontrolados donde en se encuentra belleza.

Hace un año me había cautivado la reforma del barrio Santa Fe a través del arte urbano y los miles de murales que se encuentran regados por toda la ciudad. Hace unas semanas, volví a Bogotá para llenarme de energía musical y artística. Visitar a viejos amigos y conocer a otros nuevos.
Había programado perderme entre las avenidas de la ciudad para conocer el taller de Lili Cuca. Viajé por muchas calles, avenidas, vías y congestión. Lili me había dicho previamente la relación de distancia, habíamos cambiado la fecha del encuentro por el trancón de la hora pico en la gran ciudad. Pero concretamos. Llegué hasta el barrio San Marcos, su fisionomía residencial se conformaba por casas adosadas a dos pisos con locales comerciales en la primera planta. Una zona bastante comercial a primera vista pero a su vez, bastante tradicional y familiar.
Lili me saludó con una sonrisa, estaba acompañada de dos amigos: Sebastián y Gerson. Los dos también artistas.

Entramos hasta su casa donde conocimos a Coral, una perrita rescartada que no paró de ladrar hasta el final de la visita.

Personalmente nunca molestó, pero el instinto materno de educar de Lili se mantuvo firme. Una gran pintura con un hermoso mensaje adornaba el estudio.

Lili ha pintado alrededor de 100 muros por toda la ciudad. La textura de las hojas inunda las paredes de Bogotá, esa selva de cemento que necesita un poco de naturaleza en sus medianeras se refresca con el arte de Lili y las alas de los pájaros en pleno vuelo o los peces y ballenas de las profundidades.

*Fotográfía tomada de la galería de la artista
Me entretenía verlos trabajar y reír, había una amistad profunda. Gerson estaba de cumpleaños y esa noche salían a festejar.

Todos los implementos que Lili necesita para diseñar estaban a su alcance. Mientras Sebastián diseñaba un logotipo, Lili avanzaba con el libro interactivo de Volcán Ediciones al que había sido invitada a participar junto a otros artistas e ilustradores.

Una colección de stickers cubría el cajón de su escritorio, varios trabajos de etapas anteriores adornaban las paredes. Su maleta de trabajo siempre lista sobre el sillón.

Para Lili, los viajes son verdaderamente inspiradores.

Me contó que estuvo pintando por México y Nueva York ahí conoció lugares encantadores, gente maravillosa, y entendió que, posiblemente, los viajes sean la respuesta inspiradora de su arte y por eso su firma, esos múltiples barquitos de papel que viajan sin detenerse por las paredes del mundo entre animales maravillosos e historias alucinantes.

*Gerson, Lili y Sebastián
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