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Mercado 9 de Octubre, devuelve la autoestima al habitante

  • EDS
  • 23 nov 2016
  • 3 Min. de lectura

··Cuenca-Ecuador ··

Hace poco tiempo había escrito un editorial sobre el arquitecto Rogelio Salmona y el sentimiento al habitar una de las edificaciones construidas en el centro de Bogotá. Parecía coincidencia pero prefiero creer en la causalidad, cuando una chica que integraba el taller de fotografía de arquitectura me contaba sobre el Mercado 9 de octubre su reorganización y buen servicio a sus habitantes temporales. Con su regeneración pronto la cara de los alrededores del barrio cambió por completo y el premio no tardó en llegar.


A este proyecto se le otorgó el Premio Latinoamericano de Arquitectura Rogelio Salmona en la categoría Rehabilitación Urbana de la última Bienal Panamericana de Arquitectura. No tardé en contactarme con el arquitecto quien respondió emocionado por saber el interés en el proyecto. Aunque Albornoz no pudo acompañarnos en el recorrido, uno de sus allegados colaboradores, el arquitecto Santiago Vanegas, esperaba en la plaza frontal del mercado para mostrarnos al detalle cada espacio del mercado.

El hecho de transformar el espacio y hacerlo más amigable para sus habitantes, es la pieza fundamental y el logro de la obra, según el arquitecto encargado, lo que hizo Albornoz fue re ordenar el comercio informal, descubriendo la hermosa fachada exterior de la edificación construida a principio de los años 30 del siglo pasado. Esta estructura planeada en un comienzo para biblioteca fue usada desde sus inicios como un mercado, por las necesidades de la ciudad. Un sitio de confluencia y comercio que al pasar del tiempo y por la desorganización había permanecido oculto entre plásticos y saquillos de vendedores que ocupaban la plaza y las veredas circundantes.


La regeneración urbana cambia el aspecto de la ciudad y le devuelve al habitante su espacio, sitios de libre tránsito, seguridad y por sobre todo autoestima. El recorrido empezó en la Plaza Rotary, un mercado de artesanos que se encuentra a pocas cuadras de la edificación principal. En este sitio la materialidad de los puestos de venta se mimetiza con los productos, las camineras son anchas y una plaza central se convierte en el espacio de confluencia y espera de los compradores.

Camino hacia el mercado principal y frente a la construcción del nuevo tranvía de Cuenca, se encuentra el Centro Comercial Popular, una estructura que mezcla en la fachada varia materialidad. El sitio alberga a más de espacios comerciales, un jardín de infantes y servicios de salud para los comerciantes y sus hijos.

Estábamos listos para ingresar al edificio principal, a manera de orden de tránsito, el Arq. Vanegas nos llevó desde el subsuelo para mostrarnos las facilidades que se les ha dado a los compradores. Un gran subsuelo de parqueaderos se acopla a la vida actual.

En el mismo subsuelo como parte del mercado se encuentran el sitio de la venta de elementos cárnicos. La altura y la claraboya central le brinda una iluminación cenital a toda la edificación y le permite una ventilación adecuada.

En la planta baja a la altura de la plaza principal se encuentran las verduras y hortalizas con los más infinitos colores que hacen juego con la señalética del lugar.

La tercera y última planta esta designada a las comidas, varios espacios para la elaboración de los platos cuencanos más tradicionales.

Definitivamente un espacio en el que se privilegia al habitante temporal, al vendedor y a cualquier turista que lo confluya, una obra que ha regenerado un barrio entero y que enorgullece con este premio a la arquitectura ecuatoriana.




 
 
 

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