Rafa Pita, sin desafiar al tiempo
- Jose Gándara
- 28 ago 2016
- 1 Min. de lectura
De repente abrí los ojos y me encontré en un espacio como de fantasia.

Parecía una casa de un cuento, o quizás, una pintura que adornaba el jardín con luces y una perfecta luna que alumbraba los espectadores, que no parábamos de bailar al ritmo de buena música y una copa de champagne.

Poco a poco se fue armando un carrete industrial para elevar el lienzo en blanco de Rafael Pita, que vomitaba pintura en medio del espacio.

Su viaje tardó varias horas, de principio a fin de la noche. Al comienzo pintó con sutileza y poco a poco manchaba con acrílicos la cara de Kali.

Iba sintiendo como la fiesta se intensificaba al igual que los colores que utilizaba. El espacio ya era suyo, la gente lo miraba pintar con ansias de ver el resultado final. Pero como toda buena obra jamás se concluye.

La de Rafa no fue la excepción. Es como desafiar al tiempo. Y así la luna se unía a la fiesta y era inspirador ver al pintor sacar su alma en esa tela.

Poco a poco las luces se apagaron una a una, la luna había opacado su brillo de proyectar energía, los cuerpos agotados de tanto sentir iban cayendo dormidos sobre los hermosos jardines, la música entraba en el.silencio y se perdía. El fuego consumía hasta el último leño y como un cuento se terminó. Todos dormidos, todos felices, reflexivos, nostálgicos, agotados, intensos.
·Alerta que la noche se apaga·
FIN
Comentarios